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18 El corazón de ellos clamaba al Señor.
¡Hija de Sión, que tus lágrimas corran día y noche como un arroyo!
¡No descanses, ni reposen las niñas de tus ojos!

19 ¡Levántate, da voces en la noche al comenzar las vigilias!
Derrama como agua tu corazón ante la presencia del Señor;
alza a él tus manos implorando la vida de tus niñitos,
que desfallecen de hambre en las entradas de todas las calles.

20 Mira, Jehová, y considera a quién has tratado así.
¿Habrán de comerse las mujeres el fruto de sus entrañas, a los niñitos que antes cuidaban tiernamente?
¿Habrán de ser muertos en el santuario del Señor el sacerdote y el profeta?

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